Antes de iniciar esta reflexión, una explicación: Soy cristiano, y como tal, buscador de la verdad. No soy de los que ya la han encontrado; soy de los que siempre están en el camino, jamás en la meta: lo trascendente se encuentra en el horizonte de las posibilidades humanas.

Y por cristiano, soy católico, traduciendo este sintagma por amante de lo humano a nivel universal: El Evangelio no habla de cómo es Dios, eso lo hacen el resto de las religiones, el Evangelio, quien lo lee, lo sabe, nos muestra cómo es el hombre que busca a Dios…en el prójimo.

Desde esta perspectiva busco la verdad de lo que está sucediendo. Sin más ideología que la de intentar saber, con ánimo de discernir, teniendo presente las palabras del Papa cuando habla del discernimiento: A veces, el discernimiento nos insta a hacer exactamente lo que tenías al principio pensado que harías más tarde. No juzgo si la actuación de ahora es la más correcta o deberíamos haberla iniciado antes (tiempo habrá). Lo cierto es que hoy escribo lo que pensaba escribir más tarde.

Luis Buceta, en este mismo lugar, ha dicho que “los cristianos tenemos el fundamento para comprender y encuadrar cosas y situaciones”. Debo ser la excepción. Ni encuadro, ni comprendo. Y es desde esta situación descentrada (palabra que tradujeron los cristianos de las olimpiadas griegas con el término “pecado” y que explicaba el error de la flecha del tiro con arco al no dar en el centro), que escribo esta reflexión

Reflexión, no política, simplemente, humana. Y por humana, evangélica y tradicional, como el Cantar de los Cantares o el libro de Ruth, textos, que de tan humanos, elevan los cuerpos hasta las moradas celestiales.

Soy pecador, como nuestro querido Papa, y desde esta feliz culpa, que diría San Agustín, confieso los rumores que rondan en mi mente:

No he salido de casa; una vez más me viene a la cabeza la historia de las vírgenes prudentes, ahora los entendidos dirían que padecían del síndrome del mito de la caver na o de agorafobia. Las imprudentes salieron corriendo: ¿su síndrome era otro: la claustrofobia? Las ingenuas, se quedaron compuestas y sin novio, las actuales, por insensatas ¿han vuelto a propagar el mal?

La insensatez no se habla con el discernimiento. Si es obligado llevar mascarillas en los autobuses, metros, etc. ¿Por qué estos miles de runers (claustrofóbicos), que han nacido por generación espontánea, van a pelo, sin protección alguna? ¿No son conscientes que tras uno o dos kilómetros corriendo, la respiración se vuelve más agitada y, como consecuencia, están expulsando miles de partículas que contaminan el aire por el que circulan?

Corran… corran… ¡a los corros! Tonto el último. Y al llegar se paran en tertulia. No es un rumor, es una certeza.

Y el mal, como ayer, se sigue propagando ¿Por qué se ha permitido su expansión, callando las voces que estaban denunciándolo? Es sabido que el doctor Li Wenliang, alertó, en diciembre pasado, de esta pandemia, las autoridades de Wuhan le hicieron callar porque, al parecer, propagaba rumores; Li, murió por el coronavirus intentando salvar a los contagiados. No sabemos su creencia, pero confío en que él, junto a tanto sanitario que ha entregado su vida por los demás, haya encontrado al final del camino, la añorada meta.

Los sanitarios piden menos aplausos y más protección ¿Por qué no pedimos todos más sensatez?

Los grupos sanguíneos 0 y A ¿son menos propensos a adquirir el virus?

A los diferente virus de la gripe, les cae mal el acido acetilsalicílico, paracetamol e ibuprofeno, luego, cada año, nos ponen la vacuna contra el virus concreto ¿El actual, no tiene familia? ¿Tan diferente es esta neumonía, que la vacuna para matar los neumococos de siempre, y que se pone una vez en la vida, no sirve para, al menos, ralentizar la expansión del COVID 19?

Tomar vitaminas D3/K2 para compensar la falta de rayos de sol que precisa el organismo, ¿es cierto, o no?

Parece ser que cuando llegue el verano el virus quedará aletargado hasta el retorno de los fríos. La gripe A (H1N1) en el año 2009, tuvo su mayor pico en el mes de Julio ¿Fake new?

¿Es una broma la sugerencia de algunos políticos (no me refiero a beber lejía), que fuera y dentro del país han dejado caer que es preferible sacrificar a los mayores, en aras de salvar a los jóvenes y a la economía? (mezclar estos sustantivos es, por lo menos, inhumano) ¿Acaso los mayores no se han sacrificado para que los jóvenes estén aquí y disfruten de la economía que han heredado? Si vuelve el coronavirus, ¿se les pagará con la moneda del Cesar o con los “talentos” (moneda antigua y discernimiento nuevo), que de Dios hemos recibido?

¿Qué quieren decirnos con la paradoja de “la nueva normalidad”? Si es nueva, no sabemos cómo prepararnos para recibirla, al desconocer cómo es ¿no sería más lógico afirmar que vamos hacia una normalidad nueva, por tanto indeterminada (la normalidad, no la novedad)?

Tendremos vacuna, sí, pero ¿Nos ocurrirá lo mismo que con el fiasco de las mascarillas, guantes, respiradores, etc.? Para no insistir en la parábola evangélica, recordemos la fábula de la cigarra y la hormiga ¿estamos preparando su posible adquisición y/o distribución?

Y por no hacer esta reflexión más larga ¿controlando las aguas residuales, no podrían anticiparse a las pandemias, los microbiólogos ambientales? ¿Al detectarse el virus en las aguas, antes que los síntomas en los cuerpos, no nos adelantaríamos a los posibles rebrotes de la pandemia?

Estos y otros rumores o certezas circulan por las neuronas de un cristiano de a pié, que como tal, se preocupa por su prójimo. Ud. querido lector, creyente o no, seguro que tiene otras certezas de las que duda ante la presente crisis.

Esto no es política, es intentar, como cristiano, buscar la verdad en los signos de los tiempos, tal y como predicó Jesús hace veintiún siglos ¿será esta la razón por la que, tanto políticos como religiosos, en aquellos tiempos, que con Cristo siempre son éstos, aunaron fuerzas para quitárselo de en medio?

Este último interrogante excede la problemática del COVID 19, pero atañe, como él, a la entera humanidad.

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