El capítulo 11 del Evangelio de San Juan está dividido en dos partes, la primera sólo habla de muerte, la segunda de vida. En el centro un pasaje crucial: “Jesús le respondió: Yo soy la resurrección. El que cree en mí aunque muera, vivirá: y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás ¿Crees esto?” (Jn 9,25s). Ahora todo depende de la respuesta del lector: si cree en la muerte, mirará la tumba de Lázaro y no verá nada (estos son los que en el pasaje tampoco vieron); si cree en lo que afirma Cristo, ante la tumba “verá” la resurrección: “¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?” (Jn 11,40).
¡Para ver lo que sucede con Lázaro hay que creer! Para ver una reanimación de un cadáver, o una resucitación, únicamente hay que estar allí. La pregunta de Cristo ¿crees esto ? sigue recorriendo la historia desde que fue pronunciada. Cada creyente se encuentra en la misma disyuntiva que Marta y María. También el centurión al observar cómo moría Jesús, exclamó: “Verdaderamente éste era Hijo de Dios” (Mt 27,54) ¿Qué miraba el centurión? La cruz ¿Qué miraban las hermanas de Lázaro? El sepulcro ¿Qué ve el creyente? La gloria de Dios. Lázaro ha resucitado porque si Cristo es la Resurrección, el que cree en él, tras la muerte, vivirá. Ahora bien, creer que él muerto vive, exige creer que el que vive ¡no morirá jamás! ¿Crees esto?
La respuesta ha de ser personal. María tampoco comprende: “Señor si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto…Señor ven y lo verás. Jesús se echó a llorar” (Jn 11,32-35). Jesús llora por la incomprensión de sus amigas. Acaba de decir que su hermano vive, pero ellas sólo creen en la resurrección que se han forjado (Jn 11,24) ¡No creen en la resurrección que Dios está revelando en Cristo! “Si hubieras estado aquí” ¡Él está aquí!, siempre ha estado aquí. La vida no puede dejar de estar. Pero la vida, que es Él (“Yo soy la resurrección”) tiene que invadir al creyente. Desde esa creencia observemos a la muerte ¿Qué vemos? Muchos continúan sin ver nada ¿Y tú, qué ves?
En estos días de Semana Santa podemos reflexionar sobre este acontecimiento que sobrepasa la historia al ser eterno