Decían nuestros mayores: no hay mal que por bien no venga. Ahora que el coronavirus nos tiene encerrados a buena parte de los españoles, recomiendo, especialmente, la lectura, amén de la T.V. (estamos batiendo récord de audiencia). Y hablando de lectura, os envío esta reflexión que puede quitaros el tedio mientras posáis la vista sobre este blog.
En estos momentos que estamos viviendo, comprendemos lo efímera que es la vida. Todo puede cambiar de instante en instante. Y la muerte nos recuerda que está constantemente al acecho.
Los cristianos vivimos la realidad de la muerte, desde el nacimiento, pues el bautismo nos revela que sólo quien está dispuesto a aceptar la muerte con Cristo, puede comenzar a vivir.
Hoy, esta verdad también la puede vivenciar quien comprueba, al margen de sus creencias, que la muerte siempre está en la otra cara de la moneda. Así, en pocas circunstancias de nuestra existencia podemos apreciar la vida y aprender a vivir, como en la actualidad.
Todo nuestro planeta se une solidariamente ante el temor de un virus. Y los que ayer desde oriente lanzaban un S.O.S., hoy son los que auxilian a occidente. En nuestra cercanía, las farmacias no tienen mascarillas y las tiendas chinas ¡paradoja!, regalan miles de ellas. En Madrid hace falta sangre y pasados dos días los hospitales anuncian que han cubierto sus necesidades gracias a la respuesta de los donantes.
Guardando el temor, la gente sale a las ventanas para aplaudir a los sanitarios y con ellos, a tanta buena gente que ante la cercanía de la muerte, vive la vida, entregándose al prójimo.
Siempre la cruz, nos conduce a la resurrección. Los cristianos sabemos que no debemos quedarnos en la cruz, pues nos inunda la esperanza y la esperanza, como el vaso medio lleno (para los que no esperan está medio vacío), confía en que los científicos consigan pronto el remedio a la crisis actual. Mientras escribo estas líneas, oigo en T.V. que están a punto de encontrar la esperada vacuna.
No hay mal que por bien no venga, hoy hemos oído a todos nuestros políticos hablar con cierta sensatez (la excepción confirma la regla) ¡Por fin! Esperemos que cuando esto acabe, no vuelvan a atrincherarse en sus particulares intereses: remando juntos avanzamos más y mejor. Nosotros los que creemos en un más allá, trabajamos en el más acá para terminar, dentro de nuestras posibilidades, con esta pandemia. Asi sea.

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