La noticia que ha aparecido en los medios de comunicación en estos días, es la mejor conclusión a las reflexiones sobre la homosexualidad que hemos colgado en la red. Conclusión, en cuanto a lo oportuno de su publicación.
La noticia es la siguiente: El párroco de la localidad Sevillana de Écija ha prohibido a un homosexual que apadrine a su sobrino. Se da la circunstancia que esta persona se declara católica y previamente había realizado un curso de confirmación en una parroquia de Madrid.
En nuestras reflexiones ya habíamos dejado constancia que las primeras comunidades cristianas tampoco aceptaron de buen grado el bautizo de los homosexuales, de ahí que se indique que había que realizarlo por imperativo de Espíritu Santo. “¿Qué impide que yo sea bautizado?” (Hch 8, 37). La pregunta que hace el eunuco sigue recorriendo la historia hasta nuestros días. Este párroco ha encontrado impedimentos que el propio Espíritu Santo no encontró en alguien que ni era cristiano ni judío.
Estamos en el año de la misericordia. Bueno es que el párroco que nos ocupa medite su proceder partiendo de esta sugerencia papal. En el libro de los Hechos de los Apóstoles alguien de “fuera” nos dice cómo han de comportarse los de “dentro”. Ahora la UGT, desde fuera, denuncia este proceder; suponemos que no por ser un delegado sindical, sino por ser una persona. Desde aquí unimos nuestra denuncia a la suya, simplemente por pretender ser persona de buena voluntad y sin necesidad de mostrar carnet alguno. Nos interesa no tanto su filiación cuanto su sentimiento: “está destrozando (el párroco), lo que es y quiere ser una celebración familiar en torno al bautizo del niño”
El Espíritu Santo no va a permitir que la celebración se paralice. Desde aquí queremos apoyar la pronta cordura de este párroco que parece haber olvidado que la manifestación de la fe, según nuestra creencia, es católica, es decir, universal ¿Acaso la homosexualidad no entra en el universo del acontecer humano?