El Evangelio nos recuerda un pasaje muy realista en la época de Jesús: una mujer ha sido sorprendida en fragante adulterio y conforme a la ley, va a ser lapidada ¡Ella! de él nada se habla. La ley de Moisés que había sido esculpida en piedra, imponía el castigo como correspondía en aquellas culturas patriarcales..

Muchas culturas no cristianas de hoy en día, siguen manteniendo estas normas tan frecuentes de nuestros pasadas tradiciones.

Jesús está reescribiendo la historia cuando le preguntan: La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices? La respuesta es silenciosa, su dedo parece estar escribiendo en el suelo la nueva ley. No entienden su gesto, no comprenden su lenguaje corporal. Ellos insisten, Jesús se levanta y dice «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra».

Ahora han comprendido. No juzgues, sino quieres ser juzgado. Y si has de juzgar, sin diferencias por motivos de sexo ¿Por qué algo que es tan natural es tan difícil llevarlo a la práctica en las culturas actuales?

Gran parte de nuestro mundo sigue sin llevar a la práctica la igual dignidad entre hombres y mujeres, y nosotros, para demostrar que el Quijote nació en un lugar de la Mancha, queremos borrar nuestro pasado (como si hubiéramos arreglado nuestro presente), proclamando leyes en las que el hombre se encuentra en inferioridad de derechos.

Jesús (con perdón), que tropa.