La pandemia nos está ayudando a intuir la hermandad de la comunidad humana. No somos ajenos a lo que le pasa al prójimo. Todos formamos una unidad: la humanidad.

Esta reflexión me ha llevado a observar la verdad que, desde el ámbito del creyente, representa la vivencia de la cristiandad en todos y en cada uno de nuestros actos.

Un ejemplo.

En aquellos tiempos…Jesús dijo que él debía ir a Jerusalén y ser matado… Pedro, se puso a reprenderle diciendo: «¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!». Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios” (Mt 21-23).

… Y en los tiempos actuales, Ignacio, ante el horror del terrorismo que él y sus amigos estaban presenciando, gritó ¡Hay que hace algo! (El alma grita con el silencio). Todos callaban. El terror era más fuerte que el valor. Mejor es no moverse. El miedo paraliza.

Apártate de mí Satanás (Mt 16,23). El destino de Jesús, que ahora era el de Nacho, se unificó en el Cristo de todos los tiempos: Jesús subió a Jerusalén para ultimar su destino de salvación; Nacho, ante el estupor de sus compañeros, corrió, enarbolando su monopatín, hacia los terroristas, y ellos, en aquel fantasmagórico Gólgota londinense, le clavaron en la cruz de los inocentes, para salvación de unos desconocidos, y no obstante, hermanos.

Los navajazos recibidos por Nacho, fueron la lanza introducida en el costado de Jesús: ambos, como tantos millones de creyentes exclamaron en sus últimos momentos: “Padre, en tu mano encomiendo mi espíritu” (Lc 23, 46)

En aquel entonces, la Magdalena buscaba el cuerpo “Dónde lo han puesto” (Jn 20,11-18); ayer, los familiares de Ignacio, también tuvieron que buscar el cuerpo ante el silencio de las autoridades.

Pensé y sigo pensado: la historia se repite ¡ha resucitado!

En Cristo todo está ocurriendo en este instante. Ignacio, subido en su monopatín, ascendió a la eterna morada. El Reino abrió sus puertas y el Padre, en Cristo, le recibió (le está recibiendo),  junto a la nueva humanidad que está dejando este mundo.

Nosotros seguimos a la espera (el tiempo es así), pero en la fe, “vemos”  que todo está ocurriendo.

El ejemplo de Ignacio nos hace traspasar el tiempo y alcanzar la eternidad donde todos somos hermanos, donde el desconocido es mi prójimo y he de defender siempre y en todo lugar.

P.D.

Visto la semana pasada en Tele 5:

Con motivo del asesinato de Ignacio, entre los muchos actos y condecoraciones recibidas, un grupo de jóvenes, bajo la dirección de Javier Segura (Delegado de Educación Diocesana del Obispado de Getafe)  pusieron en escena uno de los números musicales de Skate Hero, en el conocido programa de GOT TALENT. Todo un ejemplo ante la asistencia de los padres.

Feliz culpa, parafraseando a San Agustín.

Por admin

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