Mejor es callar que hablar. Cuando la palabra no sea más bella que el silencio, no la pronuncies (Mahatma Gandhi). Pero hay ocasiones en las que es imposible mantener el ordenador apagado. Todas las televisiones y periódicos hablan del obispo de Solsona. En estos días, y en uno de los programas televisivos de máxima audiencia, unos conocidos tertulianos nos dieron uno clase de teología que no tenía ni pies ni cabeza. Imposible mantener el silencio cuando se llega a decir, por ejemplo, que el Bautismo es un exorcismo. ¡Toma ya! ¿Y por qué no el resto de los sacramentos? Cierto que el silencio excusa mucha necedad.
El ex´-obispo que nos ocupa ha sido, al parecer, exorcista; no obstante no debe creer mucho en este arcaico oficio, cuando no ha permitido que se le haga un exorcismo.
Sin comentarios.
Y todo porque se dice que, el motivo de su enamoramiento se debe a que tiene el diablo dentro. Unas breves palabras sobre este “personaje”.
La naturaleza del personalismo dualista: bien (Dios) y mal (Diablo) no es de origen judaico o cristiano, es de origen persa, El parsismo fue creado por Zoroastro allá por el siglo VI a. C.
El judaísmo, lejos de este pensamiento, en aquella época creía en un Dios que salvaba y condenaba conforme a la actuación del ser humano: Cerca de Dios la bondad. Lejos de Dios la maldad. Pero nada fuera de Dios.
La fuerza de Ciro el persa y la atracción que produjo en el pueblo de Israel tras permitirle salir del exilio babilónico fue tal, que recogió de su cultura, algunas de las enseñanzas de Zaratustra (Zoroastro). Una de ellas, la personificación del mal, es decir, el diablo.
En el A.T. Dios había llevado al desierto al pueblo judío, ahora, tras el parsismo, en el N.T., será el diablo el que lleve a Jesús al desierto y le tiente.
Para Jesús, Satán (adversario), es Pedro, al intentar torcer su misión en el mundo: Apártate de mí Satanás (Mt 16,23). El adversario está siempre dentro de nosotros cuando hacemos lo que no debemos, según nuestra propia conciencia (Vaticano II). Volviendo al A.T. cuando nos alejamos de Dios.
¿Él hasta ahora, obispo de Solsona, por el hecho de haberse enamorado, tiene el diablo dentro? Todos somos adversarios de Dios cuando no hacemos aquello para lo que hemos nacido. Y no hay mayor adversario para nuestro yo, que nuestro propio ego. Por tanto, nadie puede adivinar para qué ha nacido el prójimo; nuestra labor consiste en ir descubriendo para qué hemos nacido cada uno de nosotros.
La respuesta a lo sucedido, quizás quede explicada en los versículos siguientes del cap. 8 del Cantar de los Cantares:
4. “Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, no despertéis, no desveléis al amor, hasta que le plazca…6. Porque es fuerte el amor como la Muerte, implacable como el sheol la pasión. Saetas de fuego, sus saetas, una llama de Yahveh. 7. Grandes aguas no pueden apagar el amor, ni los ríos anegarlo. Si alguien ofreciera todos los haberes de su casa por el amor, se granjearía desprecio.”
Yo no sé si el hoy ex-obispo, habrá descubierto el amor (si es así, más vale tarde que nunca), pero quien proclame que ha sido el diablo el hacedor de su nueva situación, pudiera ser que no haya leído este sagrado libro. Y en este caso, sí que deberíamos tener la boca cerrada para “no granjearnos desprecio”
El daño que ha podido hacer el ex-obispo, viendo ciertas actitudes polémicas en el sagrado ministerio que ejercía, se hubieran evitado de haberse enamorado antes. Me pregunto si no es posible que sea ahora cuando está cumpliendo su misión ya que el “diablo” ha dejado de poseerle.
En todo caso, si la duda es razonable: misericordia quiero y no sacrificio (Mt 12, 7).
Y el que esté libre de culpa…