Primera: En una reciente homilía he oído decir que Juan Bautista en el Evangelio es una “voz que clama en el desierto: preparad el camino del Señor”. Qué decir al respecto: Algo muy sencillo. En el desierto, ni a Juan ni a Ud., querido lector, por mucho que chille, le va oír alguien. Por tanto, si no hay nadie, los caminos del Señor nunca serán preparados.
La cita es del profeta Isaías, que en su capítulo 40 dice: “Una voz clama: en el desierto preparad el camino del Señor”. Si observamos la puntuación es distinta donde allí se clama en el desierto, aquí lo que se dice es que la voz clama para anunciar dónde se prepara el camino del Señor: en el desierto, entendiendo como tal, la soledad, la interioridad, el silencio del alma en busca de respuesta. Ese desierto en el que todos vivimos y el que muchos se pierden (nos perdemos), es donde tenemos que escuchar la voz de Dios para preparar su camino… en nosotros.
Segunda: Hoy es el día de la Inmaculada Concepción. Bíblicamente hablando dicha concepción, no es la de María, es la de Jesús. Todo ser humano, en María, nace porque Dios así lo ha querido desde los orígenes. El singular nacimiento de Jesús, se realiza en todo creyente que se sabe nacido de lo alto. No hay pecado alguno en la concepción humana, pues ella se realiza según la impronta divina.
Retrotraer esta concepción a la concepción de María no debe ser entendida como necesidad para evitar el pecado de concebir por parte de San Ana y San Joaquín, padres de María, sino como elevación de la sexualidad animal, a la humana de una nueva creación donde todos, hombres y mujeres, hemos de parir, como María, al Cristo que llevamos dentro.
Esta nueva creación se revela en el “seno” de María, donde todos somos hijos en el Hijo (Nuevo Testamento), al igual que la anterior se reveló en el “seno” de Abraham, donde gracias a eso que llamamos fe, podemos intuir estas verdades (Antiguo Testamento).
En esta interpretación, y conforme a los signos de los tiempos, no existe genitalidad alguna, sino virginidad teológica.
Y el que tenga oídos…