La cara y la cruz de la moneda de una parte de nuestra sociedad la expresamos en la última reflexión con la actuación del Drag de Canarias que quiere ser profesor de religión y con la propaganda del autocar de “hazte oír”.
Hoy volvemos a encontrarnos con otra falsa moneda correspondiente a los signos de nuestros tiempos. Veamos:
La Iglesia recibe de la sociedad (que no del estado), unos 250 MM de euros al año, y revierte a la sociedad unos 30.000 MM., aproximadamente. Y dice algún dirigente político que hay que quitar las misas porque no son de interés público. Hay personas que hablan del interés por no descubrir el capital. No existe en el mundo institución alguna que remedie más la pobreza que la Iglesia católica. Desde luego partiendo de estas cifras, no hay partido político que se le iguale.
El interés público lo encuentran los partidos políticos en el número de votantes. Esos son lo que les permiten estar en todas las televisiones, incluida la pública. Ahora bien, si hacemos cálculos y teniendo en cuenta que aproximadamente un 16% de los españoles confiesa ir a misa con cierta asiduidad, es decir unos siete millones y medio, y los comparamos con los votantes de los partidos (obviando que en España se declaran católicos el 70%), tiene la Iglesia, al menos, igual derecho que los demás a salir en la televisión pública .
La otra cara de la moneda la encontramos en las declaraciones de ciertas personas que con la mejor intención del mundo tratan de denunciar estas actuaciones. No seré yo quien afee este comportamiento al que me adhiero. Sin embargo…
A veces, sin querer, y con la mejor intención del mundo, o con la peor del periodista de turno, arremeten contra un colectivo determinado, en este caso volvemos al colectivo gay, para indicar que sus uniones no pueden llamarse matrimonio. No es este el lugar para demostrar, teológicamente hablando, que el matrimonio no es de origen cristiano, sino creacional. Pero la tradición ha denominado a la unión de dos personas matrimonio, por su principal motivación durante siglos: tener hijos. ¿Quién tenía los hijos? Las madres, palabra que viene de mater, materia, y, cómo no, maternidad y matrimonio ¿Es así en la actualidad? ¿El motivo primario y último del matrimonio es tener hijos? Conviene puntualizar que tener descendencia es de origen animal, el amor, que es la unión de dos personas, para el creyente, es de origen humano, porque Dios nos hizo así, y ello al margen de tener o no descendencia. Luego el matrimonio es para amarse y de este amor podrán o no venir los hijos.
En definitiva, lo importante en la unión de dos personas es el amor y no la descendencia, por tanto, en lugar de apropiarnos de palabra alguna, para ideológicamente hablando, derrotar a los que antropológicamente sienten lo mismo, pero lo expresan de forma distinta, digamos como Jesús en el Evangelio: “Hay eunucos (gays en nuestro mundo actual), que nacieron así del seno materno, y los hay hechos por los hombres y también los hay porque se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda” (Mt 19,12).
Jesús no critica ninguna actuación de aquel entonces, se limita a constatar la realidad. Por cierto, el Papa, tampoco. Decía San Agustín “ama y haz lo que quieras”. Y es que el Amor, como proclama el Cantar de los Cantares, es una llama de Yahvé que nadie puede manipular sin granjearse desprecio (8, 6s). Y siendo así, quien pueda entender (como dice el Evangelio), que entienda, pues confieso que ciertas manifestaciones yo tampoco las entiendo provengan de donde provengan.