60, 69 ¡Bingo! No, no es un juego… pero lo parece, y hay que tomárselo a broma para no morir en el intento al pretender entenderlo. Me explico:

AstraZeneca. Y no hablo en el idioma de los aztecas, simplemente es que la vacuna inglesa tiene este nombre. Asimismo, me refiero a este idioma, por esta sencilla razón: no lo entiendo absolutamente nada. Eso es lo que me sucede con la AstraZeneca.

Yo no sé si Ud., querido lector, podrá traducirme lo que se escribe sobre esta vacuna.

Ayer, nos decían que se la iban a poner, exclusivamente, a los de menos de 60 años, debido a que no se habían hecho las pruebas necesarias con los mayores de esta edad. Hasta aquí, hablando en cristiano (aunque sólo sea porque soy teólogo), todo comprensible, dado que si no se habían realizado las oportunas pruebas con las personas de este tramo de edad, lo prudente era no inyectarles dosis alguna.

¿Pero qué es lo que sucede hoy? Pues, simplemente, que donde dije, digo y donde digo, Diego. Y sin previo estudio, comienzan a poner la vacuna a los mayores de 60 años hasta los 69, y prohíben ponerla a los menores de 60 años. Justo todo lo contrario de ayer.

Si preguntamos el porqué, nos responden que la experiencia, tras haberle puesto la AstraZeneca a millones de ciudadanos europeos, han observado que puede darse la circunstancia, que en los menores de 60 años, se produzcan trombos. Trombos que no se producen en los mayores de 60 años.

¿Cómo saben que no hay trombos en mayores de 60 años si no se han hecho las pruebas a los de esta edad? ¿Se admite como prueba el tiempo que lleva Inglaterra dando la AstraZeneca a todas las edades y sus nulas consecuencias? ¿Cómo saber que no hay consecuencias si en la tercera edad, que se sepa, no se ha observado, las causas de la muerte?

Ya sé que el beneficio de cualquiera de las vacunas aprobadas es mayor que el de sus contraindicaciones, pero los cambios a los que estamos sometidos todos los días están provocando tal desinformación, que, de hecho, se están presentando en Madrid la mitad de los convocados para vacunarse. Y esto es lo peor que nos puede suceder, que además de no creer en los políticos, comencemos a poner en duda la capacidad de nuestros científicos.

Y por si fuera poco, ahora empieza a ocurrir lo mismo con la vacuna Janssen. Si hicieran lo mismo con todos los medicamentos cuando salen al mercado, a estas alturas la población de la humanidad estaría bajo mínimos. ¿Acaso, estimado lector, no lee el prospecto de sus medicamentos? ¿Por qué no ha hecho lo mismo con las vacunas?

Aquí hay gato encerrado. Igual que lo hubo con las mascarillas, ahora le toca a las vacunas; mañana, Dios dirá.

Y el que tenga oídos para oír…

Por admin

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