No quisiera ser de las personas que solo ven la moneda por un lado, olvidándose que ésta, no existiría, si no tuviera su correspondiente reverso.
Hoy, frente al mar mediterráneo, en las playas de Guardamar, llenando mis pulmones y mi alma con la brisa y el paisaje de esta preciosa costa, he pensado en nuestra actual España y en lo bien que se vive en la piel de toro.
Sí, a pesar de todos los pesares, no nos hunden ni aún queriendo.
Tenemos una gastronomía que es la envidia del gourmet más exigente. Sol para dar y repartir a todo visitante de nuestra variada geografía, al margen de la opinión de algún que otro europeo que desearía que España estuviera en otro lugar del mapa.
La simpatía y atención del trabajador de la hostelería y de la hospedería va en consonancia con los bajos precios, que hacen de los clientes de nuestros restaurantes y hoteles, los mejores propagadores del turismo patrio.
Lugares para visitar, todos y a cual más hermoso, desde el Campo de la Estrellas, allá en la cima, hasta la Tacita de Plata, en la llanura de nuestro paisaje. Sí, nuestro paisaje es tan singular y variado que el Creador nos ha debido separar, cual las preciadas ovejas, del común rebaño de lo creado.
Es posible, que a pesar de todo lo expuesto, y por motivos ajenos a nuestra normal convivencia, existan momentos en los que nuestro cerebro no esté capacitado de transmitirnos estas vivencias, no importa, disponemos de una de las más variadas bodegas del mundo, donde podremos alegrarnos saboreando los caldos más elaborados y más económicos del planeta.
Quién da más, como decía el slogan: Si lo encuentra, cómprelo.
España, cuando duerme, se enriquece. Qué pena que en la otra cara de la moneda, cuando se despierta, existan personas empeñadas en empobrecerla. Lo mejor para saber lo que tenemos es conocer mundo, como el emigrante gallego, que después de estar viviendo en la lejanía de sus lares, retorna a la tierra que le vio nacer y en ella construye su definitivo hogar.