VIRGENCITA QUE ME QUEDE COMO ESTOY
Hemos andado muy pocos días en el calendario del 2021. Y de seguir así vamos a tener que decir que tiempos pasados fueron mejores. Nos quejamos del viejo 2020 en su última noche. Ahora en los inicios del nuevo año, el niño nos ha salido revoltoso. Ya se oyen voces que, como el chiste del paralítico en Lourdes al ver que la silla de ruedas en la que está sentado, baja sin control hacia la explanada del Santuario, momentos antes de caer en su descontrolada carrera, exclama: ¡Virgencita que me quede como estoy!
Y es que ya lo dice el refrán popular: otros vendrán que bueno me harán. A las pruebas me remito:
.- La pandemia en estos primeros días del año está aumentando exponencialmente; según los expertos no hemos llegado a la cima de esta tercera fase y se desconoce las olas que podrán inundarnos en lo sucesivo.
.- Ha llegado a España la nueva cepa inglesa. Parece ser más contagiosa que la anterior.
,. Año de nieves, año de bienes, pero Filomena ha convertido la bonanza en el ocaso de nuestras ciudades: varias comunidades están solicitando al gobierno el reconocimiento de zona catastrófica.
.- Los hospitales en 2020 se llenaban de enfermos de COVID 19; ahora hay que sumar los cientos que acuden a las urgencias por las caídas motivadas por el hielo en el que se ha convertido la nieve. Los traumatólogos no dan abasto a soldar huesos de muñecas, caderas, hombros, brazos o piernas.
.- Las clases se han suspendido y los niños han vuelto a permanecer en casa… ¡socorro!
.- En este 2021 mucha gente, con la que está cayendo, no pueden ir hasta las colas del hambre; ahora también se mueren de frio.
Las penas no han desaparecido, antes bien, sigue existiendo una mayoría que aún no ha comenzado a cobrar el ERE
.- Ya tenemos vacuna, ¡SI, por fin!, pero no tenemos quien nos la ponga y eso que todo estaba previsto ¡como la nevada! Al ritmo que vamos se acaba antes la pandemia que la puesta de la primera dosis de vacunación.
.- En el pasado 2020 se oían voces que pedían la dimisión del ministro Illa. Pues bien, ya ha dimitido, ¡pero solo al 50 %! de forma que, en este recién estrenado 2021 y con la que se avecina, no tendrá plena dedicación, pero sí, plena audiencia en todos los medios de comunicación como ministro, y de paso, como candidato a la presidencia de la autonomía catalana (y ello sin merma de la excelente persona que parece ser).
.- Con lo que hemos pasado en 2020, el 2021 comienza con una subida de la luz que supera el 20%. Parece ser que la culpa es de la CEE que no permite la rebaja. Los portugueses deben estar sordos pues al no oír semejante prohibición han bajado la factura de la luz ¿no se repetirá el caso del impuesto de las mascarillas?
En fin, sin ánimo de quejarme, pero sí de presentar en varias pinceladas el cuadro con el que ha nacido el 2021 y sus comienzos, dígame Ud. querido lector, si lo que he expuesto no es cierto; con razón decía mi abuela: detrás vendrá quien bueno te hará.
Y de paso, que Dios nos coja confesados.
LOS MAGOS SIEMPRE LLEGAN
Los símbolos del oro, el incienso y la mirra que donaron los Magos a la nueva creación que nació en Belén, se encarnan en el tiempo actual y a la sombra de sus coronas, en la vacuna que, nuevamente, llega para salvar a la humanidad.
Los milagros siguen existiendo para quien tiene ojos para verlos.
Allí tardaron algo más de dos años en entregar los regalos “Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los Magos, se enfureció terriblemente y envió matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los Magos” (Mt 2, 16).
Aquí vamos a tardar menos de uno.
Los hechos hemos de precisarlos para alcanzar el signo que encierran. Los Magos no entraron en una cueva “Entraron en la casa, y vieron al niño con María su madre” (Mt 2,11). Los Magos de entonces vivían en desconocidas y lejanas tierras de Oriente; se vistieron con sus hermosas vestimentas y se pusieron en camino para anunciar la buena nueva.
Los de ahora, vienen de diversas partes de nuestro mundo y vistiendo de un blanco inmaculado, depositan en la cuna de la humanidad el agua de vida en forma de vacuna para, nuevamente, salvarnos del mal que nos acecha.
El ruido producido por Santa Claus, puede que impida reconocer la llegada de los Magos, pero ellos están llegando para decirnos que la salvación siempre llega del “cielo” y no de un Centro Comercial.
Los dones de entonces se han esparcido por toda la humanidad: El oro nos ha enriquecido, el incienso nos ha elevado a la categoría de Hijos y la mirra nos recuerda que nuestra humanidad debe estar al servicio del prójimo.
Desde este servicio, los Magos de las blancas vestiduras, trabajan con sus científicos elfos para hacernos llegar el elixir de la vida. No es de extrañar que algunos no quieran recibirlos. Hace veintiún siglos tampoco fueron comprendidos. Quienes no recibieron a aquéllos, tampoco hoy recibirán a los de la blanca bata.
Confiemos que no suceda como entonces: unos pocos se quedaron con el oro, y otros con el incienso, mientras la mirra se repartió entre la mayoría, pero olvidando su genuino valor.
Ahora todos podemos disfrutar del agua de vida que en forma de vacuna, va a ser repartida entre toda la humanidad. Mas, recemos por que los unos no quieran enriquecerse tanto, como los otros quieran tapar con el humo de sus cirios, la visión de tantos trabajadores que han hecho posible el milagro.
Dios no hace la historia, hace que la historia se haga.
Todo, como la mirra, por el hombre y para el hombre. Solo entonces podremos elevar nuestra oración hacia Dios y enriquecernos con su sabiduría que relumbra más que el oro.
Yo he dejado mi calcetín en el balcón para que Melchor, Gaspar y Baltasar, vestidos como quieran, no olviden de dejar en mi casa la vacuna celestial que envíe al maligno al otro extremo de la galaxia.
NAVIDAD EN TIEMPOS REVUELTOS
Yo no sé si a Ud., mi querido y desconocido lector, le ha sucedido lo mismo que a mí. Por todas las direcciones están llegando mensajes en los que nos anuncian, cual ángel en Nazaret, que estas navidades son diferentes.
El motivo de esta diferencia es motivada por la pandemia que nos acecha tras la puerta de cada hogar. Esta es una verdad incuestionable, aunque existan personas que parecen no haberla comprendido.
Hasta aquí, nada que objetar; nuestros mayores siempre han dicho que al mal tiempo buena cara. Sin embargo, a mí, se me está torciendo el gesto con tanta confusión ¿Por qué? Me explico:
Los ilusionistas, siempre muestran al público una mano para que al ser observada por el espectador la otra pueda libremente realizar el truco.
La pandemia, que es tan real como la mano mostrada, comienza a darme la sensación que atrae nuestra mirada, mientras nos cuelan y ocultan otras intenciones que están invadiendo y confundiendo a nuestra sociedad.
Hemos hecho mención a la forzada diferencia de estas navidades, y es a partir de asumir esta diferencia cuando nos hacen el truco que pasa inadvertido ante nuestra presencia.
¿Navidades diferentes? ¡Y tanto!, yo para ver la Navidad tuve que asistir por TV a la misa del gallo. Fue el único momento en el que, cristianamente hablando, pude vivirla.
Entre tanto qué ha sucedido y está sucediendo en estos días? Que tratan de que olvidemos el origen cristiano de estas fiestas. Ya no es el obispo San Nicolás de Mira, posteriormente San Nicolás de Bari, del siglo IV, ahora, dependiendo del lugar y la historia, se le llama, simplemente, San Nicolás, Viejito Pascuero (por aquello de confundir la Pascua con la Navidad). Santa Claus, Santa, o Papa Noel.
Todos estos distintos cambios han olvidado, no ya el nacimiento de Jesús, sino la figura cristiana del obispo Nicolás. ¿Qué ha sucedido entre tanto? Parece ser que hasta la vestimenta del obispo, ha sido transformada en su día por la coca cola: en el siglo pasado se cambió la vestimenta verde por la roja, diseñada, según las crónicas, por un creativo de la Coca Cola Company para que recordara los colores de la bebida de aquel entonces.
Todo es fiesta, pero no navideña, hasta las luces que iluminan nuestras ciudades, dejan en la oscuridad el origen de aquel singular nacimiento que eleva a la humanidad hacia una hermandad que algunos tratan de borrar de la historia.
El árbol de Navidad, símbolo del dios sol y de la fertilidad, oculta con su sombra el humilde nacimiento de aquel eterno niño que quiere nacer en cada uno de nosotros y que se esconde tras la perennidad de las hojas del abeto.
Aquí, en España, la originalidad nos lleva a crear un nuevo personaje para nuestros belenes: el caganer, esperando que defeque dulces y regalos. ¡Viva la tradición! Los regalos de los Magos de Oriente: oro, incienso y mirra se han convertido en la defecación del caganer.
Posiblemente, de seguir así, en un próximo futuro tendremos que explicar los símbolos de nuestra tradición a las generaciones venideras. Y ya se sabe, cuando un símbolo necesita ser explicado, es porque ya ha perdido su valor.
Creo que éste, y no otro, es el motivo de los que pretenden confundirnos.
Feliz Navidad (que no Pascua), a todos los humanos de buena voluntad y prosperidad para el año que está a punto de nacer. Asimismo, hemos de parir, junto a María, al niño que todos llevamos dentro, para que viva la experiencia de un 2021 que hemos de crear en la nueva humanidad que está naciendo.
NOTA
El milagro de esta universal hermandad hemos podido observarla, en un año de tanto sufrimiento, en el actuar del mundo científico a la búsqueda de la vacuna. Creo que jamás los Magos trajeron mejor regalo.
AL PAN, PAN,Y AL VINO, VINO
Estos días están llenos de lamentaciones al no poder celebrar, socialmente hablando, la Navidad. Hoy, en un programa de TV he oído una frase que sintetiza este disgusto generalizado: al presentarse un tertuliano dice a la audiencia: Feliz no Navidad.
Dado que no hay mayor mentira que una verdad a medias, bueno es, como dicen los grafólogos, poner los puntos sobre las íes y señalar la otra parte de la verdad que es de hecho, el origen de esta celebración.
El tiempo cuando no avanza, se enrosca en su eterno retorno.
Nada nuevo en la historia de la humanidad cuando no trasciende su devenir. La Navidad retorna para quien no la vive de instante en instante. La nueva humanidad está oculta en cada uno de nosotros, y no llega, sino se vive.
La experiencia de la Navidad es renacer a un mundo posible, siempre que trabajemos por él. Nacer de lo alto (Jn 1), es trascender lo bajo, y de todos es conocido donde se encuentra lo más bajo de los instintos, que por muy materiales y necesarios que sean, solo el ser humano puede dominarlos, al sentirse superior a ellos.
Y aclaro: dominar no es rechazar.
Quien llora por la “perdida” Navidad del día 25 de este año, no ha experimentado la nueva humanidad y el significado de aquel singular nacimiento ¿Por qué? Porque la singularidad que se revela desde Belén, trasciende cualquier día del año. De hecho, no es posible que en pleno invierno los pastores estuvieran a la intemperie, por tanto, según los datos del Evangelio, es plausible que el nacimiento sucediera en primavera.
Todo lo indicado pretende hacernos salir del eterno retorno. ¿No podemos celebrar la Noche Buena y Navidad, como es costumbre, este 24/25 de Diciembre? Qué importancia tiene para quien la vive siempre. Esperemos otros momentos más propicios, pues la esperanza es una de nuestras más excelsas virtudes.
Desde esta perspectiva, y solo desde ésta, es posible, parafraseando a San Agustín, decir: feliz COVID que hizo posible la esperada vacuna. (Oh feliz la culpa que mereció tal Redentor!).
No ensalzamos el dolor, pero únicamente puede sentir la placidez y el confort de su cuerpo, quien ha conocido el sufrimiento que provoca el dolor. Para vivir el desamor hay que haber amado.
Todo es según el color del cristal con que se mira. Para no confundirnos, miremos esta Navidad con los ojos de la mente, pues para ver el camino que hemos de recorrer hemos de permanecer despiertos. ¡Despierta tú que duermes y levántate de entre los muertos! (Ef 5, 14).
Ya vendrán momentos sociales para compartir el pan. Ahora, en esta Navidad, compartamos el amor que aflora a cada instante en la nueva humanidad que nació en Belén.
Al pan, pan, y al vino, vino.
DIVIDE Y VENCERÁS
Divide y reinarás son las palabras con las que el Papa Francisco ha avisado y dejado en su última carta encíclica Fratelli Tutti (12), para recordarnos que, quien esto hace, es enemigo de la sociedad.
Esta astucia por la que trabajan los que no desean continuar con la paz adquirida en estos últimos años, nos remite a las palabras del evangelio: “Sed astutos como las serpientes” (Mt 10,16). Astucia que usan los demás pero que al parecer los cristianos no sabemos poner en práctica.
Y cuando digo cristianos, tengo en mente a todas las personas de buena voluntad, al margen del credo que profesen, o de la ideología que abanderen Si “por sus frutos los conoceréis” (Lc 6,43), solo hay que observar si dichos frutos son para unir o para dividir.
En mis años de juventud (sin obviar que hay que tener muchos años para llegar a ser joven), existía un slogan que, precisamente debido a la corta edad, creía a pie juntillas “España es diferente”.
Hoy, alcanzada esa plena juventud, y por creyente, sé que la diferencia se proclama más por los defectos que por la abundancia de virtudes.
Europa nos avisa día tras día que estamos, nuevamente, comenzando a ser diferentes. Diferentes por el paro, distintos por el endeudamiento, divergentes por la falta de acuerdo entre las distintas formas de pensar, etc.
Y ante estas diferencias, olvidándonos de que en este minúsculo espacio donde vivimos y llamamos tierra, somos, frente el universo, más pequeños que la bacteria que nos mata día a día, algunos (perdón, y algunas), trabajan para reinar en el caos y la confusión de ideas.
Nosotros, los que creemos creer, hemos olvidado lo que el enemigo, siguiendo al Evangelio, aunque posiblemente no lo sepa, realiza como norma suprema de su ideología: “Si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer. Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer. Y si Satanás se levanta contra sí mismo, y se divide, no puede permanecer, sino que ha llegado su fin” (Mc 3,24ss.).
¿Por qué no aprendemos, de los que dicen no creer pero saben que “de este modo la política se vuelve más frágil” (Fratelli Tutti nº 12).
Seamos en esto, y como recuerda el Evangelio, astuto como las serpientes, sepamos que la salvación de nuestro universo consiste en preocuparnos por el otro, que no es otra cosa que dar de comer al que pasa hambre y atender a quien es menester; la política no debe consistir en otra cosa: todo parte de cubrir esta prioritaria necesidad.
Viene a mi mente una frase de Horacio “A tu prudencia añádele un poco de idiotez, en algunos momentos es mejor hacerse el idiota”. Sí, pero yo me empiezo a cansar de hacerme el idiota, pues a fuerza de representar el papel, los adversarios comienzan a creérselo y lo que es peor, intentan que yo mismo me lo crea. Y vive Dios, que como sigamos en éstas, termino siéndolo.
Y no será porque en nuestra tradición no estamos avisados de que, el que mal nos quiere, tratará de dividirnos para hacerse con el poder.
Y a buen entendedor…
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